viernes, 18 de noviembre de 2011

MEDIA HORA


Dios hizo el mundo en seis días. El séptimo lo dedicó al descanso. Cuando yo era niño, en el interior de mi cabeza alguna cosa daba vueltas. Pensaba yo como  sería posible en seis días hacer tanta cosa de esa complicada ingeniera celeste, y el hombre, en los ocho millones de años que se atribuía a su existencia, lo poco que sabe hacer es destruirse unos a los otros.

Pasó algún tiempo para que alguien me probase, con aquella prueba de indiscutible dogma religioso, que los días a que se refiere la ciencia creacionista son días bíblicos, muy diferentes de los días solares que han permitido nuestra inmersión en el cuento de todo que sabemos contar.
Cuando veo pedir una moratoria de algo más de media hora, entiendo que el tiempo solicitado nunca ultrapasará una hora. Como una hora es fracción insignificante del día, es de buen palpite creer que todos daremos de buen agrado esa media hora a quien nos la pide, y con mucho más agrado si jura públicamente que nos la devolverá envuelta por jugo de sabroso interés.

Nuevamente, en esta mi segunda infancia, la cabeza rueda muy acelerada para descubrir dos cosas. Primero, el real valor de esa media hora. Segundo, cual es la clave de esa media hora, ¿bíblica?, ¿solar?

Esa media hora la piden para que la invistamos en una empresa que dicen que es nuestra, pero sabemos que quien así habla sabe que, por aplicación de esa media hora en un cóctel convenientemente azucarado, los anillos cambian de destino, al mismo tiempo que se deja necrosar el destino de su antiguo dedo. Estimando la potencialidad de esa media hora, aplicada en el día solar del próximo domingo, será fácil intuir su enorme valor: muy grande para el bien o un valor incalculablemente gigante cuando, por un desvío del rumbo deseado, va parar en el bolsillo de algún indeseado.

Es enigmático el exigir, de quien supuestamente va ganar, un margen de más de media hora. Aquí cabe pensar en la dimensión recurriendo a las dos claves corrientes, la solar y la bíblica. Cuando sintonizo la hora en clave de sol, oigo un ensordecedor ruido que no desaparece aún tapando los oídos. Si traspaso el código tonal a la clave bíblica, me derrito al pensar como podré establecer consorcio entre mi realidad solar y la virtualidad de la clave bíblica.

De momento, las campanas tocan por toda Europa. Nos piden para que no las escuchemos y hablan que de eso no se debe hablar. El BCE ha intervenido en otras ocasiones y continuará interviniendo. Eso es publico y notorio en los periódicos del mundo, pero quiere que los residentes en España no lo sepan y, si lo saben, que se queden mudos. En 2012 habrá crecimiento como lo hubo en el 2011. Los ingresos del gobierno serán mayores, como ocurre todos los años. Y para preparar el futuro ya van diciendo que tomarán decisiones que no gustan y hará cortes donde más pueda doler. Y por tal dolor me hacen saber el real valor que tendrá esa media hora del ciclo solar. La bíblica es puro cuento.

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