lunes, 21 de noviembre de 2011

BUENOS DÍAS TRISTEZA


Hoy no es un día triste para España. Quizás lo sea para Mariano Rajoy Brey. Un primer día triste en una sucesión de días difíciles para esa ingente tarea de recuperar la confianza de los españoles en la esperanza económica que conduzca a la restauración del empleo perdido.

La felicidad mostrada en la calle Génova, contrastada con el silencio triste en la sede de Ferraz, deberá, a partir de hoy, encauzar toda esa energía positiva para algo que se materialice en hechos capaces de retornar a la senda del bienestar. Un bienestar muy dificil de ser alcanzado a corto plazo, si consideramos que antes será imprescindible contener esa sufrida caída de vuelo libre, en el que todavía no se vislumbre la naturaleza del suelo al que nos dirigimos.

La unión deseada por Mariano será  imprescindible al nuevo gobierno, si quiere levantar bandera para la unidad de todos los españoles. Dos propósitos fueron matizados en el discurso de agradecimiento a todos que en él declinaron confianza: recuperar el empleo y resolver el problema de la deuda soberana. Ha dicho que hoy se levantará temprano para poner todo su empeño en el esfuerzo de conseguir los objetivos propuestos. Tiene carácter gallego y estilo disciplinado para iniciar y dar continuidad a los planos que establezca. Va depender exclusivamente de sus liderados.

No será suficiente que los liderados sepan leer partitura, necesitará músicos muy virtuosos en esos difíciles instrumentos de la colosal orquestra sinfónica, que él irá gestionar. Por ahí va el problema que hará el hoy de Rajoy un moderado día triste, primero en la sucesión de otros días que se irán complicando si los ministerios no son ocupados por personas competentes y de indiscutible consciencia social.

Ayer Rajoy ha declinado vocación para encuadrarse entre los principales jefes de Estado de la UE. Será un  esfuerzo añadido a la enorme labor de ofrecer trabajo de calidad a los cinco millones de desempleados. Se hará necesaria la ayuda de algún milagrero, o de la espontaneidad de un milagro  ocurrido en accidente, que revierta esa mala fe que nos va dominando. De momento no se vislumbra tal suceso y así se ha declarado: “No haremos milagro”.  Dificil va ser pensar en otra cosa sumergido en el escenario actual, perfectamente delineado pero con propuestas de soluciones muy obscuras, confusas y resultado impredecible a corto y largo plazo.

Los recortes vendrán porque Europa los pide. Ya se van ejecutando en Grecia e Italia. España se adaptará con mayor o menor originalidad a la exigencia de la UE. España se ha casado con el Euro a la moda antigua, esto significa unión estable que solo la muerte podrá separarlos. Como en todo matrimonio, a la fase de entusiasmo, gloria y regocijo le sigue otra de acomodación de los sentimientos que a esa unión se oponen. Son sentimientos muy difíciles de administrar, principalmente para quien no admite la idea del divorcio o del aborto de algo, que surge sin querer y no habrá condición de cuidar.

No es un día triste, pero es día por el que se verá la tristeza a un buen gallego llegar.

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