martes, 22 de noviembre de 2011

PALETOLOGÍA


No más abrir la página del mi venerado muy amigo Conde, un chulo crescendo de ovo podre invade esta mi modesta oficina por una de las varias ventanas del Windows cibernético. Preocupado, grité a mi esposa que verificase el grifo gaseoso con que tempera, dentro de un pote del antiguo caldo gallego, una mezcla de agua y café.  El olor que circulaba por el interior de mis narinas me hacia suponer que el aroma tenía origen en el escape de gas, o por la bombona o por una de las parrillas del fogón. Me responde, también a los gritos (nuestras voces están separadas por dos muros, un piso y una escalera), que el café es excelente, el agua es pura y de la mezcla surge el típico aroma de todos los días: un aroma regado con el amor extraído del cultivo que juntos resolvimos cuidar desde hace casi medio siglo.

Tranquilizado, mis ojos continúan traduciendo al español, y de este al portugués con ayuda de la lengua gallega, lo que en  mi cabeza brota por la semiente ideológica pensada y ponderada por la pluma del amigo conde.
No se decir si lo que yo entiendo lo entiendo por mi libre albedrio o por influencia inducida de los elementos de la traducción. Cosmopaletamente hablando, deduzco que del medio rural nos aconsejan producir un nuevo tipo de masa, gramada con fariña arrancada del Desvan de los Monjes. Trata-se de un invento enxebre de la culinaria popular artellada por la consejería,  y para degustarla, guiados por la estela láctea, vienen al campo los magos de Oriente.

Por tan singular hecho, para los días festivos de la corteada casa popular de la cultura social del reino suevo, dinastía de la casa de Orense con godos de Trastámara, remata los días con petición en los baldes de la normalización conjunta. Jamás en toda la historia del Jaime de Santiago tuvimos tantos instrumentos para repulir ese legado devanceiro que ahora vuela sin vela al ritmo de viento, como fragata de cañones certeros apuntados al rabo de mi amigo Phoderico, aquel incansable vigilante de la costa viva, donde con las penas bien  ensambladas y el bico bien asentado, patea muy asustado por los divanes bananeros de las torres de Mugardos.

Ya no tenemos remedio que venga de fuera. El desequilibrio de la balanza de pagos impide su ingreso a la fauna y flora, rías y fragas que, siendo históricamente nuestras, ya van dejando de serlo. 

¿Y ahora qué? – pregunta mi amado Conde. Ahora nada – él, el mismo responde.

Boga el gasero sobre el mar con cadencia de un príncipe casero, rema sereno sobre las frías aguas del norte gallego, como bien sabe hacerlo en las turbulentas aguas del ártico noruego. La gran historia, si en historia se coinvierte, será desvendada en su forma fósil desde la paletología, ciencia cumbre capaz de resucitar nuestra original lengua a los ojos y oídos del mundo, a recordarnos por los varillajes del triste ave la dulce canción del tren.

 

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