jueves, 3 de diciembre de 2009

DISTENSIÓN EN LA ESCALADA

Sin el permiso de mi amigo y muy querido cronista del correo diario, y sin mucho entendimiento de lo que sea fusión de manos metidas en el caldo de dos cajas, yo también aprovecho el símil búlico para tornarme un locuaz de la paz.
En el caso del talibanismo montañero, el nobilísimo caballero, de cuerpo y alma cromática, decide reducir la reserva de fuerza productiva ofreciendo trabajo duro y a diario a 30 mil soldados de la paz.
Si la hay, en la bruma no se percibe la encrucijada y, en campo abierto, erizado por vientos del desierto,  no hay más remedio que seguir andando y confiar en la brújula; eso sí, siempre rezando  para que la bruja no corrompa sus imanes.
 Es la señora esperanza quien que genera muy aguerrida la buena expectativa por ser feliz. No disminuya usted el esfuerzo de Obama por querer meter  un poquitín de perfume sobre la caca tan tozudamente defecada por quien ha querido pasar a la historia como ejemplar caudillo de la guerra. El adviento de Cristo y el sacrificio de ofrecer su vida expuesta en el monte del calvario no ha significado que su padre y su archi-enemigo angel Lucifer dejaran de pelearse en el after day que siguió al último suspiro de la cruz.
La desconfianza entre seres que naturalmente son desconfiados, por la razón que ellos conocen y saben que si todas las virtudes que ellos poseen estuvieran en las razones del otro, infaliblemente nunca confiarán en nadie.
 A toda victoria corresponde una derrota con idéntica fuerza y contrario sentido. Comparar la fusión de dos cajas con un matrimonio puede ser simpático a la intención de quien sabe que el divorcio es un acto que sigue a una buena boda. Y, si de la boda surge el embarazo, se arma la hostia para que sea repartida por la mano de los llamados justos habitantes del limbo. Unos aparecerán listos, otros se verán partidos y allá, en lo más fondo del alma obrera, el sobrante se irá al paro sin saber lo que hacer con sus deudas, todas ellas hechas bajo promesa de ser eficientes en un trabajo estable en el transcurso de cuatro décadas. En la esquina, al acecho, los señores del desahucio, listos como buitres y coyotes del desierto.
La fórmula es bien conocida y muy respectada por algunos provectas de la ley, sabedores que el ajusticiado desconoce los meandros pantanosos por la que escurre la romana filosofía. El antídoto de consenso partidario y sindical, articulado con ruidos de tambor mediático, poco respaldo tiene de la sociedad, muy apática delante del tema, pero desconfiada del resultado, derivándolo  del empírico y tradicional conocimiento que dispone sobre los arrogantes e intolerables monopolios.
Ambos cronistas, pares  en las crónicas del correo electrónico, reflejan el pragmatismo de sus particulares conceptos por los que la verdad es consecuencia de actos útiles a los intereses sociales. Ambos defienden lo que les parece que es mejor para Galicia y hacen sonar sus espadas en aras de promover distensión a la escalada.

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