jueves, 24 de diciembre de 2009

REMITENTE POR ENGAÑO

A fin de cuentas, ¿no somos los mejores marineros del mudo?
Mi muy querido Presidente: este villano, de la muerte y humilde consejero, hoy viene a treta para solicitar perdón por sus pecados, y volver a cometerlos desde un plano cero, como cualquier buen cristiano.
Es, mi señor, un tema repitente en la boca de las malas lenguas. Y en mi boca, sepa usted, que lo malo adquiere el condón supremo de lo bueno. Así es que, en su magnánima humanidad, dígneme vuestra excelencia con el galardón de la paciencia y perdón anticipado por todas las culpas que se me inculpen en razón de este sincero tratado.
Bien reza usted la lengua sacra de los obedientes al instituto de la autonomía y a los legisladores de la voz que compone el canto llano de una liturgia medieval. Galicia suena suave, harmoniosa, bien colorida y con pleno sabor. Fue así que yo la conocí durante mis primeros veinte años. Fue así que aprendí a llamarla, escuchando su sonido por la boca y lengua de mis amados.
Yo no rechazo Galiza, mi señor, pues como gallego retornado no me han ofrecido el derecho de conocerla mejor. Por eso yo creo que no me suena con la misma pureza que le adulan desde el BNG. No niego que he batido a las puertas de ese nacional partido queriendo conocer el alma que lo albergaba. ¿Había indulgencias a pagar? Nada más natural, pues en el templo del xunqueiral también exigían contribución al credo en mi dios padre todo poderoso. 
Confieso, señor y mi buen presidente, no pagué lo que ciertamente valían, pero créame también que nada recibí del Estado gallego para que su Gracia me echase de patitas para riba en posición poco confortable a espera de la extremaunción. Escapé de la mala suerte de un extraño decreto cancerígeno que no atendía a razones de urgencia, decreto tan insólito como este que usted reserva para resolución de un problema banal de afta en la boca, y a cada uno le gusta cuidarla a su antojo.
Poco se conoce, excelencia, de las causas y remedios de tan caprichoso mal. Algunos creen que es consecuencia de alguna deficiencia de la autonomía corporal, que puede ser atribuida a efectos de mala administración. Si una herida provocada por la blanquecida úlcera provoca tamaño estado de ansiedad, imagínese el estrés derivado cuando las bollas son dos.
Galicia y Galiza suenan diferentes porque son cosas diferentes, porque los gallegos las ven diferentes y, así, la causa de tan grave mal está en los ojos y orejas y no en la lengua.  
Suspenda, mi muy ilustre caballero, la solución por decreto y valla a la resolución por consenso de una fuerza-tarea, buscando, con el apoyo de todos los gallegos, remedio a los males internos que nos causan molestia y angustia social. Resérvese usted la inteligencia de su equipo para solución de los males externos, menos ingenuos, más virulentos y de erupción erosiva al toque del ritmo financiero.
Señor, este es mi consejo: no impida que el remitente escriba Galicia como le de la gana. No se responsabilice si en el correo europeo no comprenden las razones del capricho de unos pocos marineros de Breogán y orienten, por engaño, su chalana a singlar extraños mares de Zelandia. A fin de cuentas, ¿no somos los mejores marineros del mudo?



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