sábado, 12 de diciembre de 2009

RONDA

Ronda
No consigo entenderle, Mr Rodríguez. ¿Como es usted capaz de dudar que de la supresión de los euritos, que supone ser portador de un alto cargo, no advenga un futuro lúgubre y de trayectoria incierta para Galicia?  Parece usted muy poco aficionado o muy mal versado en el arte y juicio de la más clara, precisa y honesta de todas las filosofías humanas, la envejecida y carismática doña Matemáticas.
Para facilitar mis cálculos, hagamos elucubraciones con dos valores: sinecura de 15 mil unidades monetarias y tres millones de bocas homo habilis, bípedes de dos piernas.  El resultado absoluto sería representado por el quinto de una serie de diez algarismos arábigos, transliterado al romano de Rómulo, bajo el símbolo V, distintivo grandioso de las victorias pírricas. Ese número, que alcanzamos como resultado de la división de un pan (llámele usted pez o hostia, si lo desea) es protegido, de los ataques por la izquierda, por un arquero de panza redonda con báculo a la derecha y dos ceros antes del cinco. Estructura muy difícil de derrumbar, considerando su defensa natural por el lado derecho y las constantes súplicas de Crisis.
 Los cinco milésimos que por rateo contributivo se arranca del demo-paisano podrían representar, en determinadas circunstancias, lo mismo que supuso para la historia la substracción accidental de un modesto clavo en el calcañar de Aquiles, el de los pies ligeros, y ahora desean reproducir arrancando de la caja el talón de un alto cargo, los de las manos ligeras. Mejor ser esclavo del peor de los asnos a rey de todos los muertos, dirán los que quieran decirlo.
Afirma el vulgo de la celebridad que, faltando un clavo, pierde herradura; sin herradura, falla la pierna; sin pierna cae el caballero; sin caballero sufre el guerrero y el gobierno pierde reino. Todo por un clavo que faltó. Cinco, cuatro, tres, dos; se partió el uno en dios y por tanta excelencia nos ofrecen un grano de arroz, caído en el saco de un hueco sin fondo, para honra de la olla que hierve del llanto, sin leche, por ronda del gato, felino feliz, de patas cuatro. Maúllan sonidos infindos, entre gorgojos de galletas, viudas de chuletas del chulo presumido. Le llaman Prima del Plus, ese gato montés muy confundido con el doméstico, solitario y madriguera, suricato del rey león, premio a la esperanza de los casos imposibles, en oposición de las causas justas y urgentes del guerrero Expedito, defensor de los aflictos y de los desesperados desahuciados.
Viva la santa encarnación de la obediencia a principios éticos y justicia igualitaria por derecho constitucional y fuerza de la ley natural. Muera la franca discusión con Ricardo, corazón de león, defensor de la obediencia a leyes espurias, editadas al repique de palillos tamboreados sobre la propia panza del gestor parlamentario.
Hagamos ronda al derecho de vivir sin ser despojado ni arañado por las garras de un gato montes.

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