La vida placida en mi caja, sino vetan el pájaro. Ho, ho, ho.
El quintal de mis pájaros es un estrecho espacio en que la audacia de mi resquicio imperialista pretende ofrecerles un ligero remedo de lo que en los tiempos fundacionales fue nuestro paraíso. Son 36 metros cuadrados, limitados al norte, este y oeste por altos muros colindantes con tres casas vecinas. Al sur se encuentran con la parte habitacional de mi casa en la que pueden entrar o fugarse libremente a través de dos puertas, normalmente abiertas el día entero.
Estamos en la segunda mitad de diciembre y el aire suporta algunas invasiones frías del sur y el agito caliente procedente del norte. El resultado del encuentro de dos frentes tan diversas es lluvia que no para, invade las partes bajas y deja un frescor dulce con aroma de cielo limpio y hojas verdes, lánguidas bailadores de asas abiertas en muestra del floreo de sus íntimas esencias.
Es un espacio en el interior de una gran selva de piedra en la que se desarrolla, para mi deleite, un mundo en perfecto y harmonioso equilibrio, limitado por circunstancias que lo contienen cautivo de mis deseos. Un árbol de porte gigante con hojas verdes y perennes dan sombra el año entero; a su lado una palmera de tallo delgado compite por alcanzar altura del ficus benjamina. La exuberancia salvaje de estas dos plantas fue frenada por el poder látigo de paredes plásticas, formadoras de una caja que impide expansión de raíces. De porte menor, pero de alteza grandiosamente elocuente, existe una comigoninguempode que se aproxima de la descripción de reposada, solemne y bananera del profesor Conde. Una bromelia tropical me agradece con su gracia y suculencia el haberla salvado, cuando enferma y mal tratada un colector de basura se disponía a darle muerte en un contenedor. Hay minirosas, margaritas, azaleas, orquídeas y algunas plantas medicinales. Responded, ¿no es este un ambiente plácido para una vida contemplativa?
Mi caja, mi caja, me cagho en mi caixa. Es lo que parece salir de la narices del rodrigo trovador en su for mula acción intempestiva de la ciudad Estado de un papa borja. Caja y Ciudad so las unidades de destino conflictivo con el originario Uno, Grande y Cautivo del señor de los laureles, príncipe de los oureiros, presidente de las estrellas del campo y rei de las Ponte de Vedra. Mal armado va el capitán del bergantín escudado por fieros caballeros de la tauba cadrada. Un terremoto en alta escala sacude los mares del sur. Prudente será preparar los botes y llenarlos con todo el oro y plata arrancados de los cacha molinos, empresarios del lejano oeste. Cumplamos el protocolo, mujeres y niños al agua. Al cuidado del bergantín que se hunde dejemos la tripulación. Designemos la vela a las manos de un alto cargo, de confianza testada, y a bogar, bogar al calor de un instinto de supervivencia por ríos de bellas amazonas.
Diciembre es mes de paz, no de guerra. Es un mes sublime por la libertad que la naturaleza nos ofrece para comer ricas centollas emigradas del mar. En nuestra zona también es un mes ideal para albergar corderos y vacas de presepio en un grandioso altar. Definitivamente, no es un mes propicio a la veda ni a tropelías de una fiscalización encarnizada. Si que hay que vetar… votemos en nombres y apellidos de conocimiento local y nunca en pseudónimos protegidos al imperio de una conciencia oculta, pues pseudónimo es cosa de escritor y no de político conocido. Seamos padres o seamos hijos, cuando apadrinados por el espíritu santo, el camino se allana y es de buen azar que en el altar a un santo suceda otro y el buen sucesor continúe a ofrecer albergue a la chalana repleta de loro bello y garboso, oriundo de la falsa jungla indiana.
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