sábado, 30 de enero de 2010

ENFOQUE

Pacto, consenso, ley, agujero negro, Davos, disenso, desobediencia civil, huelga, terror, guerra, son algunas de las soluciones del imaginario humano puestas repetidamente sobre la mesa como propuesta a negocios de alguna obra. Y la cosa sigue adelante. Crece y crece la cosa como una burbuja turbia a la que queremos embeleñar con nuestra saliva.
Zapatero (antes ya lo había sugerido Aznar) ha insinuado que en España se vivía la orgía del pleno empleo. En Galicia fue ostensivamente desmentido por Feijoo, quien prometió a todos los gallegos prioridad en la creación de empleos. Y ahora, todos aunados, los españoles de cualquier costado vemos pasmados como la cuarta potencia europea y nona mundial arroja sin sonrojo este enorme petardo en los tímpanos de todos los trabajadores, empleados y no empleados. Habiendo cumplido 18 años o resistido hasta los 70, por decreto legislativo todos los españoles serán obligados a permanecer en sus puestos de trabajo, pecho abierto, piernas firmes, brazo levantado y mano empalmada, en ademán de cara recia, mirando al sol de un mañana que ya fue ayer.
Ignoran nuestros representantes que la otra parte que no se cree trabajadora acecha desde una estratégica trinchera (bunker sería palabra más apropiada) toda esta multitud obrera a beira del abismo, municionado con poderosa y tecnológica artillería, apta a hundir puestos de trabajo por repiqueo de su metralla. Diferentemente de aquella frase de que a rey muerto se pone otro rey, en puesto de trabajo hundido se deposita lama para que nunca más venga a flote. A quien lo dude sería suficiente recordar la cantidad de profesiones legales habidas en mi currículum y otras que, con la conciencia de mi competencia, contribuí a eliminar en beneficio de la competitividad y desarrollo tecnológico de una nación-empresa, del orden privado que ignora sus viejos obreros después de haberlos eliminado prematuramente por concepto de substitución tecnológica y productividad competitiva.
Por enfoque y ampliación de las lentes, una pequeña verdad, legítima en sus estrechos limites, pueden hacerla crecer para, en un análisis simples y linear, pueda transformase en axioma base de una ley universal. Eso quiere decir que España antes del 39 caminaba en dirección de una proporción elevada a la enésima potencia y ese explosivo exponente ha sido corregida por el explosivo antídoto que dio inspiración a la Guernica de Picaso y que yo, cabizbajo a la sombra de gallos y raíces secas, supermuertas no por la bomba nazi y sí por efecto de la edad y malos cuidados del crego capellán, la observé tan triste y llorona antes de ser substituida por otra mucho más tecnológica.
En 1900 la agricultura ocupaba 95 % de la población española en edad de trabajar. En 1950 los campos se quedaban secos, porque los que no habían muerto vivían heridos o se marchaban a la emigración. En los años 80 observamos la gran corrida del labrador en dirección a la bandera obrera, que hizo que 5% de la población en edad de trabajar fuese suficiente para producir toda y mucho más que la riqueza producida por los 95% del 1900. Ya en los albores de los años ochenta era previsible que la inteligencia urbana sería substituida por la cibernética.
 Estamos alegando sobre un momento en que el regocijo debía ser pleno por la competencia de poder vivir holgadamente,  sin esfuerzo brazal ni mental. Cuestión de Enfoque… y algo más. 

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