viernes, 22 de enero de 2010

FUSIÓN Y LENGUA

¡Oh, qué gran País es mi querida patria Galicia! Es el reino de las mil maravillas, de la razón bañada por el sentimiento, del sentimiento caminando lado a lado con la emoción, trípode fundamentalista de manos dadas en el esfuerzo de ahogar sus únicos dos problemas, que ni al menos problemas son, ni para la razón ni para el sentimiento: la fusión y la lengua.
La fusión camina en sentido contrario al esfuerzo de Obama por limitar el tamaño de los bancos y reducir su capacidad de producir desastres económicos como la Gran Recesión de 1929 y la Gran Crisis del año 2009. La monocultura capitalista ha probado por todo el mundo su vulnerabilidad delante de minúsculos seres, capaces de potencializarse en el tamaño de un grano uniformizado por padrones predeterminados en colegios agrícolas y financiados desde la ilusión financiera. Todos los años se extingue una parte vital de la Tierra para dar lugar a la voracidad humana en su gran intento de consumir hoy lo que necesitaremos consumir mañana. De algún modo, este fenómeno viene ocurriendo desde el momento que el hombre creyó que podía ser Dios y se agrava por el sentimiento democrático de que todo dios es hombre.

La lengua, una e indivisible por naturaleza, quieren partirla en tantos pedazos como sea posible para la incomprensión de nuestra comunidad con comunidades vecinas, elevándonos por el concepto de identidad salvaje a la altura de un individuo animal. Y aquí no defiendo la tesis de David Thoreau que proclamaba con su ejemplo desobediencia civil. Como Adam Smith, creo que debe existir un tamaño mínimo de gobierno capaz de promover coordinación comunitaria y conducir todos a un bienestar por el mayor tiempo posible. La lengua es un factor indispensable a la buena coordinación, y un nivel mínimo de patronización es necesario para superar el estado de animalidad que nos ha dominado durante tantos milenios. La lengua es un medio de comunicación. El fin precipuo de un idioma es facilitar el entendimiento y la razón para que el sentimiento y la emoción no descarrilen por veredas indeseadas por el conocimiento, qué ya reunimos por la observación del comportamiento de las personas y animales que no se entienden. Por observación de la lengua portuguesa y la española es fácil concluir que una palabra (palavra) con idéntica etimología fue distinguida al capricho político de normativistas concentrados en el único deseo de complicar el entendimiento entre las personas (persoas/pessoas) que consideraban etimológicamente inferiores y necesitaban bastonear la lengua a golpes de palo.
Son los momentos de crisis los que nos revelan el poder de la unión (en el caso de la lengua) y la prudencia de la desunión (en el caso de la concentración o fusión bancaria)

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