La Ideología, como estudio de las ideas que avanzan en la cabeza de una persona, es fundamental para el emparejamiento de las ideas que pululan en nuestra mente y, en consecuencia, determinen nuestro favoritismo por algún candidato a darles preferencia entre el conjunto de muchas otras ideas.
Idea, en el diccionario, posee muchas acepciones. Nace de la percepción de algún fenómeno que los sentidos registran en el pozo de la cognición y allí quedan almacenados. Muchas impresiones, cuando afloran a la superficie de la conciencia, desabrochan en su estado primitivo, con todo esplendor de su poder natural, salvajemente cándido e ingenuo, oloroso o fedorento, conservador o radical.
En el convivio humano, la ideología tiene un colosal poder. Es por la ideología que comandan y cobran, es por la ideología que obedecemos y pagamos, es en virtud de la ideología que construimos palacios, iglesias y monumentos, es por alguna idea o conjunto de ideas que construimos principios por el cual nuestras vidas luchan contra el destino sin el mínimo deseo de encortar el camino, permitiéndole que nos subyugue, humille y destruya cuando alcanzamos la gloria de haber llegado a la vejez.
Fenómenos que impregnan nuestros sentidos ocurren a todo instante. Son observables por infinidad de personas, pero ni todas tienen idéntica capacidad receptiva. Hay individuos más sensibles que otros a determinados estímulos, y el grado de sensibilidad determina la fuerza de nuestra intuición, y esta, cuando pensada y elaborada, origina conceptos que desarrollan sus particulares fenómenos.
El poder político nace del pacto entre hombres. Los hombres nacen para vivir libres, independientes y gobernables por la razón que se alimente de su ideario. La ideología, no siendo innata, es aprendida desde el primero momento que ejercitamos los primeros pasos de la voluntad. Esos primeros pasos fueron convenientemente dirigidos y administrados por quien nos dieron vida. Eses hombres y mujeres (generatriz patrio-materna) cuidaban de sus hijos con dedicación y máximo empeño por conseguir conducir el relevo hacia la eternidad desconocida. Infelizmente, la competitividad espermatozoica, esa sí innata, fue el primer estímulo depositado en el lodo de nuestra conciencia. Ella se reproduce en la actividad política y parece la principal responsable por todos los efectos colaterales. Solo así es creíble el concepto ideológico de mi amigo conde. Hay ideas que van contra el interés de muchos; son ideas eternas que se reproducen en el apiario político.