miércoles, 24 de febrero de 2010

PORTAL INOPORTUNO

En el tema de envejecimiento no es difícil discordar con la postura de mi gran paisano Luis Pousa. Al hablar en términos relativos hay que tener extremo cuidado en la interpretación de los datos, pues es sabido que si tú comes un pollo todos los días y yo te miro chupando mis dedos, será muy conveniente para ti explicar que yo he comido la mitad del pollo que era tuyo. Los números no mienten y manifiestan la verdad cuando postulan que habiendo un pollo y dos hambrientos, el resultado de dividir uno entre dos es un medio, con plumas y huesos incluidos.
Es imprescindible promover un pacto que diseñe el buen camino por donde habrá de caminar la reforma laboral para que alcance al final de una ardua etapa una feliz jubilación.  Pero la reforma no deberá ser tan luminosa que nos impida mirar hacia atrás y ver que los ajustes pro dolor fueron (y parece que aún son) las únicas medidas que surgen en la cabeza de individuos bien aparejados con instrumentación bélica.
Contra un corte frontal de las pensiones de jubilación ¿quien tendrá piernas para salir a la calle y echar pecho a las balas de goma y patadas de caballo? Si los que hoy son jóvenes no tienen cojones para defender sus mayores, mañana, cuando recojan nuestro relevo, les será irremediablemente tarde. 
El mercado laboral descrito según el modelo de los padres de la moderna economía (moderna por eufemismo de una vieja e insensata teoría adaptada a los intereses de un particular bando) ha entrado en una fase de profundo descrédito por su incapacidad de innovar y engendrar nuevos remedios en el arte del buen producir y mejor repartir sin los maléficos efectos colaterales, típicos del arte militar.

El déficit público estructural será el más complicado de resolver pero no imposible de tener solución. En este mundo globalizado todos somos socios de lo que en la tierra existe. En una sociedad justa y responsable todos son solidarios con los beneficios y prejuicios que la sociedad venga a tener. Todos delante de una catástrofe son llamados a responder, en la capacidad de sus fuerzas, a la restauración de los males producidos por las fuerzas naturales. Sería jocoso ver un ricallón tripudiar de un pobre miserable delante de la angustia que le proporciona la pérdida de su casa o el fallecimiento de un ente querido, después de haber sido arrastrado por un torrente de lama caído por encima de las casas que el experto ricallón supo construir para beneficio de todos los habitantes de la portuguesa isla de Madeira - para poner un ejemplo bien actual de solidaridad universal.

Si el Déficit publico ha tenido insensatos en su administración, mucho más insensato ha sido el prestamista, que tenía poder para evitar insuflar la bolla de la deuda. ¿Que ganará con el descalabro doloroso? Con la cirugía de corta-por-lo-sano, le sobrará un monte de tripas de olor nauseabundo capaz de amargarlo por el resto de su vida, inconsolablemente postrado en el portal de la oportunidad. 

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