Me llamo Cándido Ingenuo. Estoy propenso a creer que José Luis Rodríguez Zapatero es el Presidente de la Tierra, el Rey del Mundo y Dios del Universo. Solo así mi razón abre sus puertas para admitir lo que dicen Rajoy y Feijoo del mandatario de España al acusarlo de todos los males que afectan nuestra economía.
La actual recesión, consecuencia aparente de la crisis financiera, afecta como un viento solar todas las economías alrededor de la Tierra. El promedio de la caída del PIB mundial entre el último cuarterón del año 2008 y el primero del 2009 fue del orden de 6,85 %. En 50 años de firme crecimiento, el año 2009 fue la primera vez que el Mundo registró un declino superior al 1% en relación al año anterior.
Los políticos son los primeros a coger susto cuando las cosas no van bien al Gobierno. Los grandes del Mundo se reunieron en el G20 para buscar solución a tan grave mal. Algunos actuaron unidos por el interés de suavizar el impacto, otros por el interés de encontrar oportunidad de achacar, desde la oposición, las debilidades del principal adversario.
Portentosas cantidades de dinero de origen fiscal fueron aplicados en un esfuerzo por llevar estimulo a la Demanda. La intención era mantener firmes las defensas del actual sistema comercial y monetario internacional, evitando restricciones a las importaciones e impedir mal mayor a las exportaciones por el efecto dominó.
Mariano Rajoy Brei, comandante del ala derecha del partido popular, es el principal opositor del socialista y Presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero. Con su barba gris y modos rígidos de hablar, Rajoy no consigue eclipsar la imagen relajada de su oponente, ahora también en el gobierno de Europa. Bien que desea convencernos que España seria diferente con él en el Gobierno. Mejor sería tentar convencernos que el mundo iría mejor con Aznar y Busch, incordiando a todo momento la sombra de Bin Laden. El resto, lo que ahora ocurre en todos los rincones de España, no seria motivo para preocupaciones de Rajoy, costeado a buen oro por el tesoro del reino de España.
Semejante al rego americano (al gore), Rajoy perdió su gran oportunidad de alcanzar la Moncloa en las elecciones del año 2004. Diferentemente de aquel, que supo perder y ahora trabaja para conseguir un mundo mejor, Rajoy repitió remedio amargo en 2008 y, como si quisiera castigar a todos los electores, inclusive los suyos, recusa cualquier colaboración con el partido socialista, también como si quisiera ver delante de un descalabro nacional la resurrección de un caudillo capaz de liderar la revolución que nos devuelva a un pasado inquisitorial. En mi candidez de ingenuo gallego, a veces pienso como sería bueno el regreso de don Manuel a la fuente de Irujo, y me trujiera el agua que nunca a Galicia trujo.
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