Algo debe estar equivocado en el país más avanzado del mundo. En 25 de enero, la Fuerza Tarea, creada para encontrar soluciones que puedan auxiliar el presupuesto familiar de la clase media americana, llegó a la conclusión de que se debe echar un límite sobre los pagos de préstamos estudiantiles. Reconocen que durante las tres últimas décadas los gastos con estudios universitarios han crecido diez veces más que los ingresos de una familia. Esto explica, dicen, que dos tercios de los graduados tengan una deuda superior a 23 mil dólares y que los creedores deseen rescatarla en plazo de 10 años, acrecidos de los correspondientes intereses. Eso es lo que quieren los prestamistas porque así consta en sus planos de flujo de caja, pero, al parecer, no es lo que pueden pagar los dos tercios de los graduados americanos.
Para paliar tan incómoda situación, la Fuerza Tarea propone un sutil cambio para que pueda evitarse que un joven repleto de entusiasmo se torne moroso ya en los primeros escaños de su vida profesional. Para estudiar y hacerse un hombre o una mujer útil a la nación más poderosa del mundo, un joven de clase media necesita contraer una deuda de 20 mil dólares en promedio. En el momento que recibe el galardón del diploma que lo habilita a trabajar en la profesión que ha escogido, su deuda está en 27.360 dólares, que deberá pagar en suaves parcelas mensuales de 228 dólares durante diez años. El título de la deuda da garantías de que el graduado ha de pagar lo que debe. El diploma, que da fe de que el graduado está listo para pagar su deuda, no es garante de nada.
Pero sacando rentas de la manga, como buen mago, la Fuerza Tarea estima que el joven graduado ingresa en el mercado ganando un sueldo de 30 mil dólares anuales. Con más de 2.500 dólares al mes, en mi querida republica autonómica del reino de Percebes sobraría dinero suficiente para restituir los 228 dólares, comprar un coche, pagar la hipoteca de un pisito, y vivir como un marajá si la hembra amada también es licenciada en alguna profesión universitaria. Una felicidad que no es posible en tal nivel de renta al americano de clase media, a quien la Fuerza Tarea desea salvar reduciendo los pagos a 115 dólares al mes, sin que por el ejemplo se indique por cuanto tiempo ese valor será repetido. No obstante, queda claro que después de pagar religiosamente durante 20 años, el remanente de la deuda será amnistiada y el profesional, en situación de media suela, podrá recomendar a su hijo un brillante futuro de deudor amnistiado en el país más rico del mundo. Vamos, que será lo que aquí, República Autonómica de Percebes, decimos deudor cativo.
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