A inicio de los años ochenta, liderando el departamento de calidad en área de ingeniera automovilística, no había en la empresa proyecto que yo no debiera conocer. Después de la crisis por el boom del petróleo del año 1973, nos sentíamos libres para innovar en lo que fuere. E innovamos en muchas cosas, apenas por cuenta de nuestros sueldos y las ideas que derretían en nuestras cabezas. Mis jefes daban ejemplo de abnegación mostrando dedicación a sus actividades durante doce o quince horas seguidas, y nosotros, los no tan jefes, seguíamos el ejemplo, probando que podíamos hacer un poco más. El director, Philip Smith, alemán de nueva generación, explicaba que con innovación nuestro futuro estaría seguro. Tal discurso poca mella hacia en mí, pues yo estaba acostumbrado a innovar desde el momento que nací. Para innovar es necesario cambiar a todo momento y yo cambiaba tanto que un compañero italiano de nombre Giuseppe me advertía diciendo “galli que molto pula volere chumbo” (gallo que mucho salta busca plomo)
Para Miguel Sebastián, nuestro ministro de industria, hoy ha nacido el coche eléctrico. Para mí, ya existia en los años setenta, como idea y como prototipo en algunas escuelas técnicas. Lo que hacia falta era una poderosa batería que fuese fácil de cargar y ocupase un pequeño lugar. También era necesario empeño del gobierno para contrarrestar la industria del petróleo. Ese mismo empeño que hoy muestra el ministro de España por un coche con bajo coste de manutención y operación. El precio de venta, dependiendo de economías de escala, podrá ser inferior al precio cobrado por el coche con motor de combustión interna. En materia de trabajo también será mejor, pues requiere mucho menos trabajo para fabricarlo. En materia de empleo, todos aquellos especialista ocupados en pistones, cigüeñales, válvulas y árbol de levas, bombas de inyección y otras muchas industrias de alto porte, sin pensar en las gasolineras y empleados esparramados por todas las carreteras, verán un futuro acosado por ese full de ases, que hoy, martes 9 de febrero, anuncia a los cuatro vientos la presidencia europea.
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