viernes, 19 de febrero de 2010

REMEDIO AMARGO

Parece que el modelo más asequible a las autoridades del mundo globalizado, cuando se invoca su presencia delante del moribundo y decidir como curarlo de su grave enfermedad, es siempre la misma: la vieja cataplasma para remediar una pulmonía.

Grecia arde de fiebre. Su temperatura ha crecido por encima de los tres% del PIB permitidos por la UE antes de emitir señal de alerta de que el cuerpo está entrando en colapso térmico en los niveles de 13% previstos (¿?) para el año pasado.

Es obligación del estado patrullar la buena salud de sus ciudadanos. Es un deber del Consejo europeo vigilar el estado febril del complejo económico de las naciones asociadas. Tienen gente, tienen instrumentos y cobran más que cualquier ciudadano común en función de su selecta educación. Educación  por la que se habilitaran al ejercicio de especialidades, que los individuos y los estados considerados como unidades aisladas no la tienen.

Allá por el primer quinquenio de los años cuarenta, cuando fui acometido por una grave enfermedad, mi madre no perdió tiempo en hablar sobre mi estado in-consonante con las recomendaciones específicas sobre la salud de un pequeño de cuatro o cinco años. Fue al medico, Al oír que no había remedio decidió pasar por la iglesia del pueblo y allí rezó y lloró en la ribera todo lo que podía hasta que sus lágrimas se secaron. Al llegar en casa, un viejo establo de la calle Magdalena, estaba decidida a no entregar más un hijo al sacho de la mala providencia divina. Día y noche se posicionaba a mi lado controlando mi temperatura con sus propias manos. Cuando el calor subía, paños mojados con agua bendita de la fuente Fial cubrían mi testa. Para la tos, la yema de un par de huevos, mucho azúcar, leche hirviente y una copita de coñac. Me acuerdo como yo sudaba en un mar de calor, postrado en una habitación sin ventana. De noche vivía inconsciente, con mi madre a mi lado deseando impaciente alcanzar la mañana. El día lo  veía  aparecer como un suave rayo que iluminaba el pasillo que conducía a un estrecho callejón en la parte de arriba. Al atardecer, la iluminada luz aparecía escapando hacia el lado de la ría. Con tanta preocupación, dedicación y esmero, fui arrancado de las garras de la diva malhechora, que el cura atribuía fueros de extraña  providencia, y crecí vivo y sano por el honor de mi madre.

Por dictamen del Consejo de Europa, se prorroga al año 2012 aplicación de la medicación que rebaje la temperatura económica de Grecia a un nivel entre los 3 por ciento soportables del PIB. Como medio de alcanzar tan glorioso fin, presionan el país balcánico  para que ya en este año del santo jacobeo se aplique el típico cataplasma con brebaje de fuego, que los médicos económicos recomiendan aplicar con imperativa intensidad sobre específicos y tradicionales órganos, que por estar acostumbrados a sufrir son los más dispuestos a pagar ese descalabro de la sociedad griega: los sueldos, las pensiones, la salud publica, el medio ambiente, los pequeños  negocios y los pobres empresarios. Sálvelos Dios, ¡qué amargo remedio!

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