viernes, 12 de febrero de 2010

NO CON FUNDAN

En tiempos de mi mocedad yo fui un excelente alumno en estadística y sus derivativos cálculos probabilísticos de regresión al pasado y proyección hacia el futuro. Ciencia perfecta, sin duda, para un perfecto adivino en las cortes palacianas, pero también veneno mortal en el brebaje de un hechicero abandonado al embrujo glacial de una humilde cabaña.
Jaume (Jaimito para los íntimos) debe ser un paisano de aquellos que en sus cálculos de moda, media y mediana, con puño cerrado, extendía el dedo del medio al cielo y sabia cuando iba llover y tronar. Los santos y malas lenguas del lugar afirmaban a los demás paisanos que tal proeza no pasaba de un chulo análisis del vientre del tiempo, a quien Jaume investigaba por el camino recto.
Y fue por la recta más torcida del mundo que me han hecho conocer ese otro Jaume (Dr. Jaume para los ignorantes del saber) autor, por inducción, del cálculo randómico capaz de ofrecer identidad numéricamente precisa a las indefinidas dos centenas de los miles vigueses, caminantes al grito de ¡NO FUSIÒN! por las calles de Vigo.
Hombre, no es que signifique alguna cosa, pero, cá entre mí y más yo, pienso que mucho puede significar cuando la balanza se inclina por el peso que da virtud al saber, contabilizándolo a débito de muchas y muchas horas sacrificadas por absoluto desprecio al ocio. El CV lo declara licenciado (1978) en Económicas por la universidad de Barcelona; Master en Econometría (1981) y Ph.D (1985) por la universidad de Londres. A la edad en el pórtico del medio siglo le sobra teoría y experiencia para dirigir el INE de España; otros con mucho menos pimientos jalean la xunta de bueyes que empurran el carro por las corredoiras de mi villa.
El rigor que nuestro paisano atribuye a la expresión del dato no es otra cosa, me parece, que el miado de un gato maula quien, distraído, se puso a cantar el resultado matemático extraído de un parámetro conocido por una muestra aleatoria para transformarla en realidad definida por un parámetro estimado.
Si nuestro Jaimito supiese que en salón lleno de gente contaron que en un metro cuadrado había cuatro personas y el salón tiene cien metros cuadrados, diría con toda certeza que el salón alberga cuatrocientas personas. La misma cosa diría el Dr. Jaume después de un exhaustivo cálculo por el que expondría las razones de una variable discreta y sus respectivos parámetros de distribución, dispersión y erro.
Si por otro camino cuentan a Jaimito que en el salón existen las mismas 400 personas y que la medida precisa del salón suma 90 metros cuadrados, nuestro héroe en cálculo matemático no tendrá duda en asegurar que en un metro bien cuadrado se encuentran 4,4 personas. De tan profundo saber a la generalidad, que tanto nos distingue, hay un corto paso y ese paso lo puede dar usted sabiendo que la cuadratura del espacio cubierto por los paseantes del ¡no a la fusión! mide 49.270 metros redondos. Por favor, no confundan con los cuadrados.

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