Si no sirven para mí mejor será que no sirvan para nadie. Hombre, es un pensamiento bastante diferente del que tuvo el rey de Portugal cuando previno que iba perder la mejor joya de su imperio.
La idea base que llevo el gobierno a hacer grandes inversiones de asistencia pública para los desasistidos sería protegida por la condición ofrecida a los pobres de inscribirse en programas de capacitación y obtener un empleo, los obradoiros son un ejemplo. El masivo crecimiento del empleo en la España de Aznar tuvo su principal causa en tal raciocinio y fue fundamento de corto tiempo en la construcción de viviendas por toda la cornisa atlántica.
Cualquier medio artificial de creación de empleo lleva consigo el veneno que será transpirado y reabsorbido algunos años despues. Cuando cesa la causa que originó el empleo masivo, toda una enorme masa de empleados migrantes, especializados en alguna cosa, siente temblar sus piernas al ver como seca la fuente de trabajo y cesan los programas para recapacitación de algo por algo que ya no existe. Pero las personas que antes estaban empleadas continúan viviendo, talvez un poco más viejas y mucho más cansadas y con la estructura de la fe seriamente abalada y en franca decadencia.
La explosión demográfica causada por el boom del ladrillo no se derrite de una hora para otra. Son hombres y mujeres con hijos para cuidar, con necesidades que deberán sostener, con angustias y frustraciones que necesitan controlar. Pero ¿como se controla el hambre, la sed y el frio en este mundo tan severamente capitalizado por concepto de ahorros que se fugan? Una persona sin comer mal consigue vivir un par de semanas, sin agua vive mucho menos y sin la machacan a palos mal consigue resistir algunas horas. El capital privatizado, aunque haya tenido origen por descuido del capital social, se desentiende del problema por dos razones: no lo considera su particular problema y carece poder de Estado para darle solución.
Pedro fue el cuarto hijo de Carlota Joaquina de Bourbón (primogénita de Carlos IV de España) y don Juan VI de Portugal. En uno de sus viajes a São Paulo, necesitando aplacar la sed de sus caballos en el descanso en un córrego (arroyo) en los altos de Ipiranga, recibió noticia de colosal rebelión engendrada para separar Brasil de Portugal. En su cabeza latía el pensamiento de su padre: “Hijo, si el Brasil no puede ser mío, mejor que seda para ti que me has de respectar que para esos bandoleros que lo quieren destruir”. Espada desenvainada, riendas sueltas, de pie sobre los estribos, Pedro dejó plasmada en el aire de Ipiranga su famosa frase “Independencia ou morte” Por tan firme visión fue posible mantener unido un reino que había sido provincia de Portugal.
Los derechos sociales como conquista de todos los españoles mejor será que se queden en España y no vallan a tierras de otras capitales. ¡Independencia y suerte!
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