miércoles, 19 de enero de 2011

BUNGA BUNGA

Nunca es tarde para hablar de movimientos políticos para la reforma de la Magna Carta en la comunidad autonómica de Perceebes. Me inspiro naturalmente en el Cartismo que introdujo profundas reformas sociales en los reinos unidos de Gran Bretaña e Irlanda, allá por los años de existencia de mis tatarabuelos, los Regos y los Araujos, los Pose y los Martínez.

Decía mi tatarabuelo:

1.    Un voto para un hombre o una mujer de buena cabeza.

2.    Debe ser secreto para proteger el elector de la tiranía de los caciques.

3.    Cualquier hombre o mujer puede ser candidato a un único cargo electivo y previamente definido. Queda prohibido cualquier discriminación en función de su condición patrimonial, sexo, religión o partido político.

4.    El elegido tendrá remuneración compatible con el cargo público durante el tiempo que lo ejerza, vedada cualquier paga después que cesa en el cargo por haber sido substituido, en sufragio universal, por otro hombre o mujer.

5.    Igualdad de la potencia electiva. Cada voto representará exactamente a la fracción equivalente a uno divido por el total de votos válidos y apurados en el sufragio universal.

6.    Mandato de cuatro años, limitado a dos periodos electivos. Vedado cualquier prorrogación por más de ocho años para evitar el voto cativo, la corrupción y la intimidación. El político de mala conducta, fuera del poder, será pasible de mejor juicio para ser absuelto o para aplicación de la correspondiente pena. 

Mi tatarabuelo contaba como todos los villanos se reunían en la plaza del concello. Les faltaba cohesión, decía, y cada uno tiraba a su manera, sin orden y con mucho desconcierto. Ahora  existe su tataranieto y vive con fuerte apelo a la real democracia del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, que somos todos nosotros, los pronombres personales de cualquier persona o forma, los relativos y también los determinativos.

No podemos escoger libremente un paisano para que nos robe.

En cualquier campo, cuando una persona ocupa un cargo de gran visibilidad, la conducta no puede separarse del papel que el ocupante tiene. Un hombre público para respectar sus paisanos debe probar respecto a si mismo mostrando conciencia irreprochable a la crítica de sus conciudadanos.

Europa vive la moda del Bunga Bunga. Mala moda, sin duda. Y peor, si la fuerza de su onda viene de políticos y clero de elevado rango. Marranos me muerdan si con la velocidad que gira el mundo esta maldita onda no alcanza nuestros cortijos en el lapso de pocos meses.

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