viernes, 14 de enero de 2011

EL BAZO

Hata hace poco tiempo pocos sospechaban del gran valor metafórico de un órgano que sirve de reservatorio para un gran número de células inmunes a los efectos corrosivos de agentes locales. En el caso de un ataque microbiano a cualquier ente del cuerpo público, ese mismo órgano vomita todo su contenido en un heroico esfuerzo para hacer frente a la crisis. Lo hace de un modo automático, bien preparado, disciplinado, como una fuerza tarea dispuesta a actuar siempre, cuando, como y donde se necesite.
Muy frecuentemente sentimos alguna cosa que parece un fenómeno extraordinario. Un gasto aparentemente insignificante aquí, un contrato muscular por allí, una intermediación porcentual del jugo intestinal por allá y así sucesivamente, hasta el estrés,  que otra cosa no es sino un disturbio fisiológico provocado por una fuerte tensión.
Frecuentemente nos preguntamos porque no descubrimos estos fenómenos en el momento que ocurren, si ellos son tan habituales en el quehacer diario de la administración humana. Puede ser que la razón esté en el hecho de que cuando salimos de una célula y entramos en la boca de un cuerpo superior todo parece nuevo y necesitamos un tiempo mayor para avaluar lo que vamos descubriendo. Realmente, es muy difícil conocer la historia completa de la digestión que se procesa en órganos superiores. De ahí viene la gran importancia que se deriva de un estudio hecho con ratones por la escuela médica de Harvard. El estudio que utilizó ratones como elementos de análisis se reveló eficaz en la comparación con elementos retirados de individuos humanos. Ambos resultados revelaron sorpresa, pues antes del estudio se pensaba que las células inmunes estaban en la capacidad de la medula ósea y ahora ya se sabe que vienen del bazo.
No obstante la descubierta del hallazgo, los médicos no le dan la seriedad que merece, pues creen que se puede vivir sin este órgano y, después que observan el estrago producido en lo que ellos suponen un accidente, proceden al acto de extirpación.  Alegan que este órgano dispone de una vascularización muy grande y en el caso de quiebra de confianza lo mejor es evitar la hemorragia que deriva de su ruptura y así proceden a un acto de emergencia quirúrgica.
Con su color púrpura y el tamaño de un puño, escondido en el cuadrante superior izquierdo de la cavidad abdominal, detrás del estómago y debajo del diafragma, este minúsculo órgano  es responsable por los buenos y males humores del señor Galeno.
Ahora que ya se sabe que toda información del riego sanguíneo fluye por una maya que se interconecta por un sistema de arterias, venas y capilares, el bazo, en su capacidad de reservatorio de células inmunes al ataque microbiano,  consigue filtrar los parásitos del sistema corporacional y procede a la filtración de las buenas practicas administrativas, corrigiendo los efectos de corrosión prematura. El bazo, más que un cementerio de células rojas, es un centro de reciclaje en que las malas acciones de agentes microbianos son alejadas del sistema y se enjaulan para ejemplo del nuevo estado de la hemoglobina.

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