lunes, 17 de enero de 2011

FANTASIA


Preguntaba yo, ayer, para qué sirve la llama de una vela encendida. La pregunta fue hecha algunas horas antes de haber leído el artículo dominical de mi buen y venerado amigo Albor. Hoy ya sé que la llama de una vela puede tener mil y una utilidades. Una de ellas es alumbrar el entendimiento para diferenciar la forma grafica de una palabra, por ejemplo el del verbo saber y el se pronombre reflesivo. El entendimiento a través de un de los sentidos (visión) ha quedado bien iluminado, pero otro sentido (oído),  igualmente importante, no consigue alcanzar las razones de esa diferenciación visual. Como consecuencia, ambolosdos (dos de ambos) entran continuamente en conflicto y se guerrean entre si, algunas veces con rellos y sachos,  otras, con foices e o rastrelo.

Y la cosa no va de broma pues las rebajas viven subiendo sus precios para adaptarse a la brutal realidad de la economía de los locos, qué muy bien saben que, habiendo reducción de la demanda, habrán de aumentar los precios por unidad demandada, para que el lucro total permanezca estable. Si esto vale para las instituciones del mercado también han de valer para las instituciones impositivas (gobiernos, sindicatos, asociaciones de cualquier índole) y también para las que solicitan contribuciones voluntarias (instituciones religiosas, asociaciones de barrio, etc) Observen su audacia en momentos de crisis: actúan como si la crisis fueran de ellos (que no la es, por su capacidad impositiva y dominio de la mente)

El aborto necesario y socialmente amparado no produce victimas. El alcohol descontrolado y el cigarro sí se transforman en vicios que acaban matando con la mayor crueldad a personas sanas. Sin duda, es ridículo que el gobierno arranque dinero de las personas viciadas y gasten ese dinero en fantasías mirabolantes o en maniobras de distracción, ignorando que es mucho más ridículo exportar potencial de trabajo a cambio de máquinas y proyectos hechos por extranjeros en otros países a cambio de un desempleo masivo en el nuestro.

No consigo encerrar este artículo sin referirme al asunto que lo ha motivado: el Panteón de Españoles Ilustres. Es una buena idea para dar utilidad inútil al gran complexo del Gaiás. En destaque tendríamos el mausoleo para su idealizador, el arquitecto gallego Pedro Ei Seman; a su diestra, para venerar, tendremos la imagen de ese insigne e inmortal gallego, Adam; a la siniestra, la escultura imponente de otra ilustre gallega, Eva. Y así sucesivamente, hasta alcanzar el inculto e ignorante niño de nuestros días, quien habrá de pagar con el sudor de su agonía, en ausencia absoluta de trabajo, toda esa fantástica maravilla del pensamiento burgués.
 

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