Este cuento me lo contó un amigo que lo oyó contar de otro amigo que lo leyó de un cuento publicado en The Free Dictionary, mi fiel compañero de todas las mañanas en esta mi vida contemplativa, a quien yo emulo con el tempero de mi personal traducción y particular salero.
En tiempos antiguos habitaba un poderoso señor en el reino más occidental de la galaxia moderna. Tenía dos hijos que eran el gran motivo de su felicidad. Como todo y cualquier buen papá, Xansinjota se preocupaba con la instrucción de los dos muchachos. Creía no ser suficiente la esmerada educación en las artes que proporcionan poder. Sentía necesario proveerlos de todos los tipos de virtudes que normalmente son indispensables al juicio de un buen galasio.
Xansinjota buscó por todas las aldeas de su Galaxia los mejores tutores del reino, a quienes confió la formación intelectual de sus dos hijos, bajo la condición de lo aprendido por cada uno de los dos pudiese ser reconocido inmediatamente como obra de la inteligencia de cada uno de ellos.
Los maestros, muy contentos del progreso hecho por los dos rapazes en todas las ciencias y artes a ellos enseñados, van hasta Xansinjota y le cuentan la auspiciosa noticia. Xansinjota, no obstante, duda de la correcta formación y resuelve convocar un hijo por vez para declararle que irá retirarse a la vida contemplativa, dejándolo como heredero. Cada uno de ambolosdos declina pulidamente la oferta y reafirma la superior cualidad del padre en el arte de gobernar. Xansinjota se siente alabado, pero piensa que la educación de los jóvenes fue extremamente privilegiada y muy protegida. Así que resuelve fingir rabia delante de la recusa al trono y expulsa a los dos de su Jalasia.
Luego que llegan al destierro, los dos identifican pistas de un camello que jamás habían visto y tejen consideraciones para identificarlo con precisión. Concluyen que el camello era manco, ciego de un ojo, le faltaba un diente, transportaba una mujer grávida, llevaba miel en un costado y manteca del otro.
Más tarde se encuentran con el comerciante que había perdido un camello y le relatan sus observaciones. Éste los acusa de haber robado su camello y los conduce presos a presencia del Gobernador a quien exige punición de los tres por el robo del dromedario desjorabado.
El gobernador en su pilatorio pregunta como podían dar una descripción tan exacta del camello si, según ellos afirmaban, nunca lo habían visto. Los dos cachorros mostraran la evidencia de su conocimiento por el uso de pequeñas pistas, de las cuales inferían inteligentemente la naturaleza del camello.
La hierba había sido comida por el lado del camino en que ella estaba menos verde, luego los dos dedujeron que el camello era ciego del otro lado. Por la vía del camino encontraron pedazos masticados de hierba del tamaño de un diente de camello y concluyeron que eran pedazos caídos de la boca y formados en el espacio de un diente perdido. Las huellas de los pasos mostraban impresiones de tres pies, el cuarto era un trazo de pata arrastrada, lo que indicaba que el camello era cojo. Que el camello transportaba miel en un lado y manteca en el otro se había hecho evidente porque las hormigas habían sido atraídas por la manteca derretida sobre un lado del camino y se dirigían para la miel caída sobre el otro lado. Cuanto a la mujer grávida, uno de los dos dijo: “Yo imaginé que el camello llevaba una mujer porque note en la trilla señales de que el animal se había arrodillado, y la marca de un pie estaba próximo. Mojé mis dedos en la poza formada por el pie y, como reacción a su olor, sentí una especie de carnal concupiscencia que me convención que la impresión era del un pie de una mujer”.
“Yo imaginé que la mujer estaba grávida” cuenta el otro muchacho, “porque yo había notado marcas que indicaban que la mujer, grávida, se había apoyado con las manos en tanto orinaba”.
En ese momento, un viajante entra en cena para decir que había encontrado un camello manco vagando en el desierto. El gobernador salva la vida de los tres hermanos, ordena que sean sus consejeros y los premia con ricos tesoros.
Xansinjotimo es la facultad de hacer fortuna sin buscarla. Para el sentido de la palabra, con fuerte cuño galáctico, adopto el mismo sentido de la palabra serendipity, registrada por el inglés Horace Walpole, para indicar la suerte de hacer descubrimientos en función de un accidente con cierta pitada de sagacidad.
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